Cuentan que Diógenes divisó un día a una mujer prosternada ante los dioses de una manera inconveniente. Queriendo arrancarla a la superstición, se acercó a ella y le dijo: "¿No temes, hija mía, que un dios venga a colocarse por azar detrás de ti –pues todo está lleno con su presencia-, en cuyo caso tu postura será inadecuada?"
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