lunes, 16 de febrero de 2009

Periodistas en la uvi

En un post reciente al hilo de los actos de protesta protagonizados este pasado fin de semana en Madrid por diferentes colectivos de periodistas, ante la precariedad de la profesión en estos tiempos de crisis, Juan Varela volvía a reflexionar sobre las causas del fin de la era de la prensa, entre las que menciona:

-la disminución de la importancia del papel social y político de los medios.

-la sobreabundancia y redundancia de medios en la era de la saturación informativa.

-una saturación que ha llegado a las fuentes del negocio (pago y publicidad) para reducir el valor de los productos periodísticos y el precio que anunciantes y público están dispuestos a pagar por la información.

-el inmovilismo, la falta de innovación, I+D y riesgo en una gran mayoría de los medios, acentuada por la burocratización del periodismo.

-y la apropiación del periodismo por intereses ajenos a sus principales valores democráticos y sociales.

El análisis no merece mayor comentario. Pero, ¿cómo pueden enfocar los medios el peligro de extinción que sobrevuela sobre muchos de ellos? Señala el propio Varela en otro momento del interesante artículo:

“Si no se entiende que el problema fundamental del periodismo y los medios de comunicación es su necesidad de reinventar su oferta, sus valores, su función social, su negocio y su distribución en un nuevo espacio público donde el acceso masivo y multiplataforma a los contenidos fragmenta los públicos y requiere la aplicación de nuevos criterios y filtros para llegar a la información de calidad y a los contenidos de interés para cada nicho o segmento, entonces no hay nada que hacer.”

Hay que apremiar, por tanto, la llegada en sus propias palabras de “Una reinvención del periodismo y los medios basada en más libertad, más función crítica (y autocrítica), menos redundancia y una necesaria reestructuración del mercado y la oferta.”

O lo que es lo mismo, coger esta profesión y darle la vuelta hasta que no la conozca ni la madre que la parió o, dicho de otra forma y por poner ejemplos claros, diseñar medios que, como intenta hacer soitu en España, han apostado por darle al lector mayor protagonismo, aunque no la batuta; apostar por la información diferenciada aprovechando los propios recursos más el valor añadido que le pueden aportar sus colaboradores, ya sea escribiendo, opinando o seleccionando; armonizar contenido con diseño y usabilidad; compartir información, incluso permitiendo que los usuarios se “lleven” esas herramientas hacia sus propias webs o bitácoras; y mantener el pulso de los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa, esto es, lo que pasa en la calle (Mairena dixit) sin por ello caer en la trivialidad ni lo populachero.

Riesgo, innovación, y al mismo tiempo respeto por lo mejor de la tradición –independientemente del soporte- deberían ser la guía y no limitarse a solicitar una tutela por parte de las diferentes administraciones -que antes que tarde se cobrarán el favor. La pregunta es si, a pesar de la crisis de cierto modelo, éste que utópicamente acabamos de dibujar tiene futuro –y por lo tanto su modelo de negocio es rentable- o se trata también de una vieja aspiración que tarde o temprano se dará de bruces con la realidad de un oficio gobernado por los 'randolfjeres' de turno.

[leer artículo completo aquí]

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