martes, 28 de abril de 2009

Culito con culito


Por fin la prensa española se eleva a la altura a la que este país, por tradición, historia y méritos propios se merece.

La visita del presidente de la República francesa en viaje oficial a Madrid no podía menos que ser desentrañada desde un punto de vista crítico, riguroso, profundo. Qué si la lucha antiterrorista, qué si la entrada de España en el G-20 (bueno, entonces sería G-21 o R-29 o quién sabe), qué de la cooperación hispano-francesa en materia económica para combatir la crisis mundial.

Ese pestiño (y quien dice pestiño dice croissant) es indigno de un país como el nuestro y de medios que, como los dirigidos por el inefable Jaume Roures, esa mente preclara capaz de emitir por La Sexta cuatro partidos de Primera en directo ¡a la vez! (aquí me levanto para hacer la ola), o por los herederos del gran Jesús Polanco, con el ex-Independiente de la mañana a la cabeza, han convertido el análisis político (llámenles trasnochados a esta buena gente) en una verdadera seña de identidad.

Seamos serios. Lo más destacado de la visita de Sarkozy, viene colgado del brazo de Sarkozy. Y vaya cómo se cuelga... Ay ya ya ya yay. Si la Bruni se encuentra con nuestra Letizia, el acontecimiento adquiere connotaciones que van de lo histórico a lo crucial para el devenir de Occidente. Pero esto lo puede apreciar cualquiera y la tarea del buen observador consiste en ir más allá, más hondo, más abajo en realidad. Uy yu yu yu yuy.

No, nada más lejos de la intención de los dos periódicos más significativos y significados de la prensa española de izquierdas que insinuar que España y Francia van de culo. Esto sería quedarse en lo superficial. Muy otro es el mensaje que nos quieren lanzar Público y El País, y que podría resumirse así: ¡Vaya par de jacas! ¡Kíííííííííííiáaaaaaaaa! (jadeos irreproducibles).

No esperábamos menos de aquellos que han hecho de la igualdad, la justicia social y el progreso su principal bandera. De todo corazón, gracias.

A la izquierda las reales posaderas de Doña Letizia Ortiz, a la derecha el culo de la primera dama de Francia, de riguroso morado

lunes, 27 de abril de 2009

Qué luces tienes

No vamos a descubrir ahora las grandes dosis de ingenio de las que se vale la publicidad en nuestro tiempo. Lo bueno, además, es que parte de ese talento se pone al servicio de causas que merecen la pena, como la lucha contra la degradación de nuestro maltrecho medioambiente. Un ejemplo más:

WWF. “Cuando te dejas la luz encendida, no eres el único que lo pagas”.
Agencia Ogilvy & Mather, Ucrania.

[visto en chiquiworld]

viernes, 24 de abril de 2009

La culpa de todo

Al final va a resultar que la culpa de que el sistema económico haya hecho catacrack es de los trabajadores, o lo que más eufemísticamente se denomina como el sistema laboral, pero por la base. Insolidarios como pocos, los asalariados y sus representantes no están dispuestos a aceptar que les rebajen la cantidad que deberían percibir en caso de despido, se muestran recelosos a la hora de afrontar las regulaciones de empleo que acometen las empresas y, en definitiva, se obcecan con sus caprichos y fruslerías de progres pijos -aunque la mitad de ellos vote al PP- en frenar el despegue económico del país.

Desde luego, la actitud de los sindicatos exigiendo subidas salariales para los funcionarios mientras el IPC se desploma, no es precisamente un ejemplo de solidaridad a la hora de afrontar el problema. Pero, no me negarán tampoco que bancos y empresarios (los grandes en concreto) han hecho bastante poco por asumir parte de su culpa en este entuerto y que resulta bastante más fácil apelar a la solidaridad mientras se conduce un Audi A-8 camino del chalecito en la costa, que cuando se cobran 900 euros mensuales y tu jefe ya te ha dicho nada subliminalmente que va a haber que recortar el presupuesto.

Glup.

No se ha cansado de decir Rajoy desde que se desató el ruido y la furia, que el problema del Gobierno español era que no había sabido diagnosticar el problema. No le faltaba razón al galleguito feliz. Pero, esta ceguera no es exclusiva del presidente español, ni de la clase política en su conjunto. Todavía a nivel macroeconómico se sigue especulando sobre las causas y autoría intelectual del actual caos financiero. La última moda es echarle la culpa a los llamados ‘quants’, esos físicos teóricos y matemáticos pasados al mundo de la economía, y a su funesta influencia sobre el orden mundial.

Los ‘quants’ pensaban que la estructura de los sistemas financieros no era muy distinta a la física que controla un sólido o un gas. Así, se dedicaron a aplicar sus conocimientos desarrollando modelos destinados, por ejemplo, a transformar productos contaminados de hipotecas basura en otros aparentemente limpios. Estos productos, considerados por algunos como verdaderas “armas financieras de destrucción masiva”, terminaron colocados en el mercado con las sabidas consecuencias. El sistema se había intoxicado hasta el punto de que incluso dos ilustres defensores de las teorías “científicas”, los premios Nobel Robert Merton y Myron Acholes, hicieron bueno aquello de llevar en el pecado la penitencia al ver cómo su fondo de inversión colapsaba el pasado año. Vaya por Dios.

Eso de aplicar el método científico a los fenómenos sociales no es nuevo. Hace más de un siglo, Comte contribuyó a fundar lo que en un inicio se llamó “física social”, y otro eminente sociólogo, Emile Durkheim, analizó desde esta perspectiva algunos de los hechos sociales fundamentales de su tiempo. Creía que en toda sociedad se da una solidaridad básica, que en las modernas se funda en la división del trabajo, en la complementación para la obtención de los medios de subsistencia.

Las redes que teje el dinero suelen amortiguar la pérdida de solidaridad que en momentos como los actuales se produce. Pero no siempre. Ahí tienen a David Kellerman, director financiero de la empresa hipotecaria Freddie Mac, intervenida por el Gobierno estadounidense, y al que la policía ha encontrado muerto esta semana, posiblemente debido a un suicidio.

¿Le pudo la presión social? ¿Se sintió un fracasado? ¿Acaso culpable?

Puede que la Ciencia no lo explique todo. Y el comportamiento de los hombres menos que cualquier otra cosa. A lo mejor, qué se yo, Kierkegaard, Dostoievski o Freud sigan siéndonos más útiles para desentrañar la madeja humana que todos los 'quants' y sus parientes (vivos y muertos) juntos.

[artículo recomendado por soitu]

sábado, 18 de abril de 2009

Chaves o no

Nada ha pasado. Todo sigue igual.

Manuel Chaves ha dejado el gobierno andaluz después de 19 años como presidente y a nadie parece importarle. En el PSOE se ha hecho la transferencia de poder sin ruido. Zarrías, que podía haber sido un posible sucesor, iba incluido en el paquete camino a Madrid, despejando así el camino a un candidato de concordia, a un gestor consagrado más que a un peso político del partido que hubiera podido dividir a la militancia.

Al PP, por su parte, parece haberle pillado tan de sorpresa el acontecimiento que ni siquiera han sabido articular una crítica decente. Y es que tanto habían cargado el discurso en desgastar la figura de un Chaves incapaz de permitir un relevo, de un político apoltronado y más que amortizado, que el verse sin diana les ha trastocado todos los planes. Con Chaves en el poder y con el viento de las encuestas, en buena parte debido a la crisis económica, soplando a favor, Arenas podía prometérselas muy felices. Llegar a dormir en el Palacio de San Telmo era un sueño que poder acariciar. Al variar la ecuación, se abre un margen de incertidumbre que los populares se muestran incapaces de calibrar, especialmente cuando aún quedan tres largos años para que los de la rosa diseñen su estrategia.

Pero, al margen de la política, ¿qué pasa con la opinión pública andaluza? ¿Por qué no parece manifestarse en ningún sentido?

Sería de esperar que miles de personas pudieran sentirse decepcionadas, incluso estafadas. En especial, quienes votaron al PSOE hace apenas un año. Estos dieron su apoyo a unas siglas, es verdad, y a un programa, pero por bien que les sonara esa música, pusieron al frente de esta orquesta a un director determinado. Y éste era Manuel Chaves, el mismo que sin pedir permiso a nadie ha decidido aceptar el ofrecimiento del presidente del Gobierno y abandonar sus responsabilidades al frente de la Junta, dándole la espalda a sus electores. ¿O no?

Otra posibilidad es que otros tantos miles estuvieran felices de ver desaparecer a este nefasto personaje que frenaba con su incapacidad el desarrollo de esta comunidad. Algunos también podrían estar cabreados al observar cómo el que tanto ha hecho por Andalucía se va sin que nadie puede remediarlo. E incluso, al contrario, podrían existir los que, jubilosos ante tan afortunado golpe del destino, hubieran descorchado alguna botella de champán. Aunque fuera del malo.

Pero no.

El “cabezón” Chaves, el de los “minolles”, el dislálico y enérgico, el incapaz e incombustible, el benefactor de los menos favorecidos y el señorito andaluz, el mismo que nos ha traído la prosperidad o la ruina, todo a gusto del observador, se ha ido y, oh sorpresa, aquí no ha pasado nada. La presencia hegemónica de la política autonómica durante dos décadas (muchos andaluces sólo guardan memoria de él como presidente de la Junta), ha cogido la de Despeñaperros pa´rriba y la novedad es que no hay más novedad.

Hasta ayer mismo era aplaudido y abucheado a partes iguales (bueno, un poco más lo primero, a tenor de los resultados electorales cosechados). Y hasta casi parecía que nada en Andalucía se pudiera mover sin que él lo supiera. Pero, ya sea fruto de la indiferencia, la indolencia, el escepticismo o la onmicomprensión del personal, parece que ya nos hemos acostumbrado a prescindir de él.

¿Será esto un éxito de la democracia o un fracaso personal? ¿Acaso es la crisis, que anula todo lo demás?

Yo, sinceramente, desconozco si todo esto es bueno o es malo, pero no me negarán que, como poco, es inquietante.

[artículo recomendado por soitu]

martes, 14 de abril de 2009

Historias de Nueva York by Peter Funch



Historias de Babel o de lo que viene a ser lo mismo, de la ciudad de Nueva York a través de la mirada del fotógrafo de origen danés Peter Funch, quien se ha propuesto contarnos cómo es la vida en la Gran Manzana a través de una serie de instantáneas llenas de vida, color y poesía. Poesía de lo cotidiano, claro, en la que los personajes con captados como en una especie de ballet contemporáneo que nos ofrece a la vez un retrato de nuestro a veces extraño, siempre acelerado y por momentos desquiciado tiempo.

Esto es sólo una muestra, si quieres ver más, pincha aquí.

jueves, 9 de abril de 2009

Mari Trini, mi madre y la memoria

Ha muerto la Édith Piaf española. Casi sin hacer ruido. Olvidada. Angustiada. Deprimida. Sola.

La murciana hacía mucho que había visto declinar su estrella, tal vez atrapada entre los ramajes de un jardín que hacía mucho que había visto secarse sus últimas flores. Pero ha tenido que irse, con apenas 61 años, para que quienes amamos la música popular nos demos cuenta de lo que supuso su figura.

Cuentan quienes la conocieron, que Mari Trini era “tremendamente suya”, un ser reservado, esquivo, celoso de su intimidad y también de su propia música. “Nadie más que ella interpretó sus canciones”, afirman con sorpresa quienes no entienden que haya artistas que no están dispuestos a ver cómo otros le ponen imágenes a sus novelas, cantan sus poemas o versionan sus canciones; en definitiva, que apartando la más que golosa rentabilidad de este tipo de transacciones, no admiten que nadie se interponga entre ellos mismos y su arte.

Quién sabe. Puede que fueran esos seis años que permaneció de niña atada a una cama a causa de una grave enfermedad, y que terminarían dándole ese aire tan característico, casi canallesco. A lo mejor tuvo algo que ver ese temple murciano, proclive a la circunspección, esquinado, de hombres enjutos y mujeres de madurez precoz. Quizá fuese solo una cuestión de genes. El caso es que ya desde muy joven, compañeros como Luis Eduardo Aute, con quien colaboró en sus inicios, pudieron constatar el temperamento a la vez discreto y apasionado -rasgos que, lejos de lo que se suele creer, no son en absoluto contradictorios- de una artista inconfundible que estaría llamada a firmar algunos de los trabajos más importantes de nuestra música en los años 70.

Y es cierto. No hacía falta saber nada de la vida de Mari Trini -vida que en lo profesional nos ofrece curiosos golpes de azar, como el hecho de que Nicholas Ray la descubriera en Madrid y decidiera representarla, pero que ella custodió pretorianamente en el terreno personal-, para descubrir un cierto desequilibrio interno, un malestar, un desasosiego que le conferían algo así como una aureola de drama. Esto explicaría su temprana muerte. El hecho de que hiciera meses que ni sus más íntimos consiguieran ponerse en contacto con ella. El desconocimiento acerca de las causas de su fallecimiento. El olvido al que ya en vida -y pese a algún tibio homenaje como el que la SGAE “generosamente” le rindió por sus más de diez millones de discos vendidos- en este país de rácanos, peluseros y desagradecidos la habíamos condenado.

Con Mari Trini se va también un pedazo de nuestra biografía, de quienes crecimos con ella cuando descollaba en el panorama de la música española antes de que la “movida” la barriera para las nuevas generaciones. En mi casa teníamos un disco de ella, una placa, que decíamos entonces, que incluía la mítica “Una estrella en el jardín”. La recuerdo sonando una y otra vez en el viejo Toshiba que nos compró mi padre, un incombustible aparato de radio que casi tres décadas después aún sigue dando guerra.

En lo que hoy llamaríamos el playlist de mi casa Mari Trini se turnaba, previo shuffle manual, con Camilo Sesto, Rocío Dúrcal, Mari Fe, la Jurado, Juan Pardo o Isabel Pantoja. Pero a mí Mari Trini me gustaba especialmente. Tal vez me cayera simpática porque veía en ella algo así como una paisana (aunque yo hubiera nacido ya en Andalucía). Nunca tuve la oportunidad de preguntarle a mi madre, tan coplera, por qué le gustaba Mari Trini. Desgraciadamente, ahora ya sé que nunca podré preguntarle a Mari Trini qué secreto escondía su voz para que le gustara tanto a mi madre.

[artículo recomendado por soitu]

martes, 7 de abril de 2009

Música maestra: Nina Simone - "Ain´t got no"


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lunes, 6 de abril de 2009

'El miedo a los bárbaros' de Tzvetan Todorov

Los amigos de literaturas.com han tenido la amabilidad de publicarme en su número de abril un artículo sobre el interesante "El miedo a los bárbaros" de Todorov. Iba a ser una reseña, pero finalmente, supongo que por la extensión (que a uno le da pereza escribir pero cuando se pone, se pone) me lo han colocado dentro de la sección 'Educomanía". Me honran doblemente.

Interesados, leer aquí.

 
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