viernes, 29 de febrero de 2008

La niña de Rajoy

(fuente: 2tintas.blogspot.com)

Hay instantes en los que un político se enfrenta cara a cara con la Historia, en los que el vacío parece hacerse alrededor y la energía se concentra en un solo punto y el tiempo se detiene. Lincoln vivió este momento en Gettysburg (donde proclamó “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo)”; Martin Luther King al pronunciar su emblemático “He tenido un sueño”; e incluso al ahora atolondrado Sarkozy, le llegó la ocasión cuando en su discurso como candidato de la UMP para las elecciones presidenciales francesas hizo un canto a la unidad de la patria pidiendo incluso el voto de la izquierda.

A Rajoy parecía haberle llegado su oportunidad al final del primer debate televisado que le enfrentó a Zapatero. Su mirada a cámara y la inflexión de su voz al entonar “Hay un ejemplo que resume todas mis ideas” parecía anticipar el que por fin había llegado su hora. Eran sus dos minutos decisivos. El debate había estado muy equilibrado, pero nadie descartaba un último golpe de efecto por parte de alguno de los candidatos. La vieja Nación española contenía el aliento. Y fue ahí cuando el aspirante soltó: “yo quiero que la niña que nace en España tenga familia, vivienda y padres con trabajo”. Ni siquiera era necesario seguir escuchando. La pompa había estallado. “Quiero que esa niña, nazca donde nazca, reciba la mejor educación y se pueda pasear por el mundo. Quiero sea un heraldo de la libertad, la tolerancia y los derechos humanos. Quiero que sienta orgullo por ser española, bla, bla, bla…” ¡Por Zeus! Tanto asesor para esto. ¿A quién se le había ocurrido semejante fiasco sentimental? ¿A Boris Izaguirre? ¿Al “negro” de Ana Rosa? ¿A un emboscado Pepinho Blanco?

Porque, además, el discurso sonaba a algo. Había en él un eco lejano a no sé qué. ¡Claro! Se percataron algunos. Las palabras del líder del PP recordaban a las que Carmencita Franco había utilizado en una grabación deseando que “todos los niños españoles tengan una casa alegre con cariño y con juguetes”. ¡Horror! ¿A alguien le había traicionado el subconsciente? ¿Sería Carmencita la niña de Rajoy?

Pero lo más inquietante fue que al “resumir” todas sus ideas Rajoy se había presentado a sí mismo, más que como político, como un científico social o como un biólogo. “Fabricar” una niña que hable idiomas, tenga títulos que coticen en el extranjero, respete los derechos humanos y encima se sienta orgullosa de ser española -catalana hubiera sido más fácil- sólo se puede hacer en un laboratorio. Como el Don Ávito de Amor y Pedagogía de Unamuno -empeñado infructuosamente en darle una educación ejemplar a su hijo Apolodoro-, el Doctor Rajoy nos ofrece un modelo de española intachable que asusta. Un ejército de féminas que en formación, cual soldados de terracota con mechas, asombrará al mundo.Y luego llaman ‘Bambi’ a Zapatero.

Qué quieren que les diga. Creo que en la política española no hay nadie ahora mismo capaz de entusiasmarnos con su mensaje. Pero, diablos, me resisto a dar mi confianza a alguien capaz de implantar tal modelo eugenésico a toda una generación de niñas. La imagen de millones de isabeles tocinos pululando por ahí con sus títulos cotizando en el extranjero y con orgullo pleno de ser españolas no se le hubiera ocurrido ni a los hermanos Wachowsky.

Qué va.

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