21:00 h. Barack Obama ha acudido a votar en Chicago acompañado de su mujer Michelle y sus dos hijas a las 7,40 hora local. El candidato demócrata se ha mostrado confiado. Nadie diría que por su mente pueda cruzar la idea de no mudarse en enero próximo a la Casa Blanca. Obama se comporta como si encarnara un destino. Todo en su actitud, en sus gestos y palabras, parece revelar esa fe en sí mismo de la que hacen gala todos aquellos que creen tener asignado un rol concreto que habrán de representar de todas, todas. De momento no hay encuesta que pueda ponerlo en duda.
[Fuente: Reuters]
A pesar de todo, su adversario, John McCain, sigue mostrando una energía sorprendente para un tipo de 71 años que sufre todavía las secuelas de su confinamiento durante la guerra de Vietnam. Sus dificultades para desenvolverse a tenor de las limitaciones físicas, contrastan con su perseverancia. Sabe que es casi con toda probabilidad su última oportunidad para irse a vivir a la Avenida de Pensilvania y pese a tener todos los pronósticos en contra, no tira la toalla. Unas horas después de depositar su voto en Phoenix, Arizona, y aprovechando que en EEUU está permitido pedir el voto el mismo día de los comicios el aspirante republicano se ha dirigido a sus votantes para hacerles un último llamamiento: "Soy americano, yo elijo luchar. Luchad, oíd la esperanza, sed fuertes. Luchad por un nuevo rumbo para nuestro país, luchad por la economía, por los ideales. Nunca dejaremos de luchar. Vamos a ganar estas elecciones.” Para no ser un evangélico renacido ni ninguna otra cosa de esas extrañas que proliferan en su partido, no le falta fe.
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