[Fuente: soitu.es]
0:55 h. Quienes redactaron la Constitución de los Estados Unidos quisieron evitar que los electores votaran de forma directa al presidente. Su desconfianza hacia la población en general, alimentado por cierto prejuicio aristocrático muy de su época les hizo optar por una elección del jefe del ejecutivo en manos de una elite preparada para asumir tal responsabilidad. Aquí, más de dos siglos atrás, se encuentra el origen del actual –y de alguna manera del incomprensible desde nuestra óptica española- sistema de designación consistente en que cada Estado elige electores presidenciales, que a su vez eligen al presidente.
El número de electores de cada estado federado depende del tamaño de población y es igual al número de delegados que envía este Estado a la Cámara de Representantes más dos a la del Senado.
Una vez celebradas las elecciones, los electores se reúnen para formar el Colegio electoral y votar al presidente, esto es, al candidato que haya obtenido la mayoría absoluta del número total de votos de colegios electorales.
Este organismo está compuesto por 538 personas, por lo que se necesitan al menos 270 votos para convertirse en presidente.
El número de electores de cada estado federado depende del tamaño de población y es igual al número de delegados que envía este Estado a la Cámara de Representantes más dos a la del Senado.
Una vez celebradas las elecciones, los electores se reúnen para formar el Colegio electoral y votar al presidente, esto es, al candidato que haya obtenido la mayoría absoluta del número total de votos de colegios electorales.
Este organismo está compuesto por 538 personas, por lo que se necesitan al menos 270 votos para convertirse en presidente.
Una particularidad de este sistema reside en que, en muchos Estados, el que gana el máximo de votos populares se apunta automáticamente todos los votos electorales, de ahí que la victoria en términos porcentuales o de voto absoluto no tenga por qué ser determinante. Un candidato podría ganar, por ejemplo, con sólo obtener la mayoría del voto en 12 Estados (obviamente, los más poblados) más el Distrito de Columbia. En el año 2000 Gore ganó el voto popular (48,38 frente a 47,87%) pero fue Bush quien alcanzó la presidencia al obtener 271 votos electorales por los 266 del que fuera vicepresidente con Bill Clinton.
Sin embargo, no hay que perder de vista que en una república presidencialista como la estadounidense –o la francesa- el poder ejecutivo y el legislativo pueden estar en manos de diferentes partidos. En Estados Unidos, esta circunstancia se viene produciendo desde hace varios años. Esta cohabitación también se decide este martes al renovarse por completo la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Los demócratas confían en ganar en las elecciones de la Cámara Alta, ya que la mayor parte de los senadores que se juegan su puesto pertenecen al partido rival.
Enlace recomendado: BBC
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