viernes, 16 de noviembre de 2007

Réquiem por un blog

Dentro de la llamada ‘blogosfera’ existe una cantidad apabullante de bitácoras que en los últimos años han surgido para dar respuesta a las inquietudes personales de miles de personas que han encontrado en esta especie de diarios públicos una forma ideal de encauzar sus pensamientos y reflexiones sobre temas concretos, o simplemente para decir lo primero que se les viene a la cabeza. El blog -término que pronto veremos en el DRAE- ha venido de este modo a desarrollar las posibilides expresivas y conectivas de las personas, cumpliendo esa vieja aspiración de una ciudad ideal, participativa y democrática, en la que cabemos todos.

Pero, uno, que ha recorrido miles de estos, puede afirmar también que se cuentan con los dedos de la mano los que, más allá de la exhibición personal de una serie de fruslerías, ofrecen elementos originales, en el sentido de nuevos, y consiguen no incurrir en dos de sus vicios más frecuentes. Por un lado, la superficialidad. Muchos blogs son meros diarios íntimos pensados para su exposición pública -lo que no deja de ser una paradoja insuperable. Y otros muchos se limitan a hacer acopio de materiales ajenos -por medio de las técnicas de corta y pega o a través de innumerables vínculos-, a veces de manera reconocida, en otras tantas no a la hora de abordar las más diversas cuestiones.

Algunos blogs se han convertido en extensiones digitales de los medios tradicionales. Estos, especialmente de un año para acá se han dado cuenta de que era una corriente que debían incorporar antes de que se les convirtiera, como ya está sucediendo, en una seria competencia. Surgen así un buen número de blogueros que deciden buscar o aceptar un pisito en estas macrourbanizaciones de la información. La ventaja: al estar bajo la sombra de un gran diario la proyección sería enorme, contada por miles de visitas diarias. El inconveniente: la premisa básica del ‘blogger’, una insultante libertad de expresión, empezaba a tener los días contados.

Javier Pérez de Albéniz trató de demostrar lo contrario y alardeaba de ello. Él era en teoría crítico de televisión, pero desde ‘El Descodificador’ (su blog en elmundo.es) hablaba de todo. De tele, claro, pero también de política, ecología, libros, música… Desde la edición digital del periódico de Pedro J. se jactaba de decir lo que quisiera pese a los cabreos que se pillaban muchos de los lectores más conservadores del diario. Así fue durante mucho tiempo. No había límites, nadie le iba a coartar su libertad de expresión. Y de este modo no tuvo problemas en alabar a Prisa, cuando fue necesario, o arremeter contra Bush, Aznar, Rajoy, la Iglesia, etc., cuando y como le vino en gana. Incluso se permitió plantear sus serias dudas ante las teorías conspirativas del 11-M. Fue ese el día en se pasó de la raya y pudo verse a Pedro J con un vestido de su mujer puesto gritando: ¡que le corten la cabeza!

El pasado 2 de noviembre Pérez de Albéniz se despedía sin despedirse de su bitácora con un post titulado “Motivos para odiar un blog”. Un nuevo ejemplo de que el mundo flowerpower del ciberespacio también tiene sus castas, sus capos, sus cadenas.

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Actualización: 'El Descodificador' de Javier Pérez de Albéniz se ha trasladado. Es decir que sigue vivo. Una buena noticia que poco a poco va alcanzando a muchos de sus antiguos seguidores.

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