lunes, 20 de octubre de 2008

Tiempos Interesantes (III)

“Ojalá vivas en tiempos interesantes” . Maldición chino-pratchetteana

Mi peluquera no tiene ninguna duda acerca de que el culpable de la actual crisis es Zapatero. Es más, sostiene que mientras que éste no se vaya no saldremos del pozo en el que estamos metidos.

Esto no lo dice mi peluquera de ahora. Allá por el mes de mayo ya vaticinaba que la cosa se iba a poner seria. Zapatero, maldita sea, sólo hacía unas semanas que había sido reelegido y la mujer que me corta las puntas me advertía de que tendríamos cuatro largos años por delante para reconocer nuestro error. Con lo fácil que hubiera sido votar a Mariano.

Yo le digo a mi peluquera -que, no lo olvidemos, maneja unas tijeras muy afiladas- que igual con Rajoy estaríamos más o menos igual. De pronto, ella detiene sus manos, que pendían sobre mi cabeza ejecutando esa danza moderna de cortar pero sin cortar el cabello a velocidad de vértigo (por capas), y se queda pensativa. Me clava sus ojos en los míos a través del espejo, lo que se dice haciendo una pared. Una sombra cruza mi mente. Pero, finalmente -en realidad todo pasa en centésimas de segundo-, da su brazo a torcer: “Bueno, a lo mejor”. Se le nota que no lo dice plenamente convencida. Posiblemente solo tenga miedo a perder un cliente. No está la cosa pa tontás por un rollo de política (en la mesa siempre fue de mal gusto hablar de ella). Definitivamente, no está convencida. En el fondo, piensa, hay que ser muy necio para pensar que Zapatero no tiene la culpa.

Pero, ¿y si la tiene?

Puede que ZP se esconda detrás de las hipotecas basura, de la crisis inmobiliaria y de los fondos tóxicos esos. Incluso, puede que todo no sea más que una conspiración urdida por la fundación Ideas -el lobby que se supone que algún día presidirá Caldera, ahora es que están todavía diseñando el logo- para poner en jaque al sistema y demostrar que es necesaria más que nunca encontrar una nueva vía hacia el socialismo.

De acuerdo, Zapatero no es el responsable. Pero, ¿qué ha hecho para impedirlo? Si quieren, tómense unos minutos mientras lo piensan. A mí, a bote pronto, no se me ocurre gran cosa, aunque puede que haya alguien -aparte de Leire Pajín, digo- a quien el cheque de los 2.500 por niño; los 400€ esos que dicen que iban a dar; y determinadas subidas del salario mínimo y las pensiones (lo justo para que el IPC no devore a algunos) le parezcan medidas revolucionarias. Pero, ¿y estructuralmente?

Nada. ¿Por qué?

Se me ocurren algunas respuestas. Porque no es popular; porque mientras la cosa va bien a nadie le gusta escuchar a los agoreros; porque si la socialdemocracia está en retroceso hay que abrazarse al libre y canalla juego del mercado; porque si los que mandan en el mundo dicen que hay que entrar en la OTAN -como bien sabe Felipe González- hay que hacerlo. Y así, si hay que abrazar la moneda única, se abraza. Si hay que estrellarse, se estrella uno. Como los demás. Lo único que no puede hacerse es salirse del rebaño, a riesgo de que el pastor te parta la quijada con su honda. Porque, si dentro del “círculo de influencia” -como decía Robert de Niro en una comedia reciente- se está con la soga al cuello, fuera de él, directamente no hay cuello.

Esto, si me apuran, lo sabe hasta mi peluquera. Sin haber escuchado nunca hablar de Stiglitz; incluso creyendo que Karl Marx no era un filósofo, sino el hermano mudo.

ver Tiempos interesantes (I)
ver Tiempos interesantes (II)

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