viernes, 8 de mayo de 2009

La hormiga humana

[Imagen: nytimes]

Desde hace décadas, centenares de antropólogos, entomólogos, etólogos, sociobiólogos y otros -ólogos diversos, se han dedicado a estudiar las semejanzas que se producen entre las colonias de hormigas y los grupos humanos. La fascinación que ha despertado la comparación entre el comportamiento de estos himenópteros y el de nuestras sociedades, no ha decaído en los últimos tiempos, sino que más bien se ha visto avivada recientemente por nuevos hallazgos científicos que nos revelan hasta qué punto compartimos genes con estos minúsculos insectos.

A las hormigas se les ha atribuido generalmente capacidad de organización, laboriosidad, inteligencia..., cualidades que compartirían con algunos mamíferos, pero a pesar de todo el caudal de información acumulado, no sabíamos aún hasta qué punto es verdad eso de que las hormigas y los humanos somos prácticamente como primos dentro de la creación.

Era casi un lugar común considerar que las sociedades de insectos eran básicamente estáticas y que sus miembros, por tanto, se comportaban de manera mecánica, como una sociedad planificada al más puro estilo orwelliano, lo que las diferenciaba del carácter creativo que define a nuestra especie. Pero la doctora Anna Dornhaus ha llevado a cabo un estudio en las últimas fechas que pondría en cuarentena esta teoría. Demostrando una paciencia infinita, esta investigadora de la Universidad de Arizona se tomó el trabajo de pintar 1.200 hormigas con diferentes colores. ¿Que cómo lo hizo? Pues, lógicamente, primero las anestesió y después las pintó una por una con un pincel especial de aeromodelismo. No es broma.

Después de marcarlas con diferentes colores, Dornhaus grabó a las hormigas en vídeo durante más de 300 horas y estudió sus movimientos. Pero, oh, sorpresa, lejos de encontrar una hipercoordinada estructura laboral al estilo de las fábricas tayloristas, descubrió que buena parte del hormiguero no se dedicaba a nada productivo. Mientras que algunos miembros de la colonia, los más diligentes, tardaban algunos minutos en realizar sus tareas, como coger un trozo de comida e introducirlo en un agujero; otros, los más lentos, tardaban hasta dos horas en hacer la misma operación. A su vez, otra cantidad en absoluto despreciable del hormiguero se limitaba a no hacer nada en absoluto. ¿Cómo explicar este comportamiento para nosotros tan familiar? Pues en que, según la doctora, algunas colonias pequeñas llegan a depender del trabajo de una o dos hormigas hiperactivas que se echan a la espalda el trabajo común mientras -esto ya es de mi cosecha- las demás se rascan el peciolo.

Se desconoce si el comportamiento de los elementos más ociosos -los llamados “elementos de cuidado”- se debe a algún tipo de estrategia concertada -que por ejemplo estén reservando fuerzas para alguna emergencia, excusa que suelen poner las hormigas de la parte de ‘Cai’-, o como sospechamos, si se trata de unas holgazanas de libro.

Del estudio se pueden extraer algunas interesantes lecturas que van más allá de la evidente superación de la vieja fábula de la cigarra y la hormiga, que como aquel otro cuento infantil, el Génesis creo que se llamaba, ha sido superado por la Ciencia. Pero, la principal es que de entre todas las sociedades a la que más se parece la que forman estos insectos es a la española. Ahora nos lamentamos, pero en un país que ha hecho del “uno trabajando y diez mirando” su lema nacional, no es de extrañar que existan “problemas estructurales”.

Es más fácil hacer como las hormigas y esperar que el Fulano de turno venga a sacarnos las castañas del fuego. Aun a riesgo de terminar extrayendo sólo carbón.

2 comentarios:

adrián dijo...

Lo que dices me recuerda a lo que decía, no sin sorna, Azorín: eso de que lo que mejor hacía todo buen español era tomar el sol.

Alberto Tarsicio dijo...

Adrian, y si es con un buen tintito de verano mejor.
lo mismo si trabajaran todas las hormigas por igual habria una superproduccion y el hormiguero se iria al traste, opino que en las sociedades humanas el tocarse los milinguis como habito es un problema social y personal, pero pregunto si en el caso de las hormigas no sera una cuestion de supervivencia que se nos escapa a comprender... Como tantos otros comportamientos.

 
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