El mundo está lleno de iluminados, de personas que pretenden revelarnos una Verdad en medio de este caos de confusión, tinieblas y volatilidad en el que vivimos. Adnan Oktar es uno de estos autoerigidos. En su caso su Verdad trata de desmontar una gran Mentira, la que han concebido Darwin y sus epígonos evolucionistas para convencernos de que las especies no fueron arrojadas al planeta ahí, porque sí, con todos sus complementos ya de serie, sino que se han ido transformando lentamente librando su particular lucha por la vida durante millones de años. Menuda chorrada.
Oktar, toda una celebridad en su Turquía natal, no está dispuesto a dar su brazo a torcer. Como cualquier iluminado, no se mueve en el mundo de lo racional, si siquiera de lo razonable. Sabe que los caminos del Señor son inescrutables pero que al final todos parten o conducen a Él. Así, ha lanzado un órdago a los científicos de todo el mundo. Al primer darwinista que le presente un fósil de la etapa intermedia en el proceso evolucionario le ofrecerá un premio de diez billones de liras turcas (6,2 billones de euros o 7,3 billones de dólares). Una bagatela al lado de lo que supone desmontar uno de los grandes timos de la Historia, comparable a afirmar que la tierra es redonda, que el sol no gira alrededor del planeta azul o que el hombre tiene algo que ver en las causas del calentamiento global.
Para este creacionista musulmán, famoso por haber lanzado a nivel mundial y de manera gratuita un lujoso “Atlas de la Creación”, no existen fósiles que sirvan para apoyar las teorías de Charles Darwin. Vamos, que durante millones de años las formas de los organismos vivos no han evolucionado. En todo caso, hemos asistido a un gran Montaje, una especie de prueba divina que un puñado de ateos sin escrúpulos no han superado. A ellos, no cabe duda, les están reservadas las penas del Infierno.
Quizá todo esto no pasara de ser la excentricidad de un lunático si no viniera acompañada de hechos como los que recientemente acontecieron en Turquía, cuando un tribunal obligó a cerrar el acceso en este país a la web del científico Richard Dawkins a causa una demanda interpuesta por el mismo Oktar – que escribía bajo el pseudónimo de Harun Yahya-, en la que se quejaba de que Dawkins - divulgador científico con numerosas contribuciones a la teoría evolutiva, como “El gen egoísta” o “El fenotipo extendido”- le había insultado al permitir ciertos comentarios realizados en los foros y blogs de su web.
Dawkins, que ya había calificado en su web el “Atlas” de Okar- de “ridículo” y su contenido de “inane”, ha visto así cómo la corte criminal segunda de Estambul ha ordenado a Turk Telekom a bloquear el acceso a su página, no fuera a ser que cualquier internauta distraído terminara intoxicado a causa de las emanaciones de azufre.
No es, sin embargo, la primera vez que algo así sucede. De hecho, Oktar y los suyos consiguieron cerrar el 2007 el acceso a WordPress.com, alegando que los blogs ahí alojados contenían material insultante y algo parecido lograron con Google.
Sobrevuela así la pregunta de si estas sentencias vienen a salvaguardar el derecho al honor de algunos o a cercenar la libertad de expresión de otros, teniendo en cuenta el intenso debate en torno a la religión que la presuntamente laica Turquía está protagonizando en los últimos años. La eterna candidata a entrar en la Unión Europea está gobernada por un partido musulmán moderado y se debate entre quienes apuestan por propiciar un mayor acercamiento a Occidente (como el Premio Nobel Orhan Pahmuk) y quienes intentan convertir al país de setenta millones de habitantes en un nuevo bastión del fundamentalismo islámico. Todo, ante la atenta mirada de los militares, tradicionales vigías –curiosa inversión- de la normalidad laica y democrática del Estado.
Desde luego, noticias como las anteriores no hacen sino acrecentar los recelos de la ya repelosa Europa de cara a una posible integración. Aunque tampoco se trata de sembrar el pánico, o al menos de focalizar el problema en una región concreta. Todos recordaremos el papel que en los últimos tiempos han jugado a la hora de intentar imponer la enseñanza de sus creencias los creacionistas cristianos de Estados Unidos, el país más “libre” del mundo.
Los errores de unos, claro está, no enjuagan los de los otros. Todo lo más nos avisan de las amenazas de involución –nunca mejor dicho- que asoman aquí o allá. El próximo 12 de febrero se cumplen 200 años del nacimiento de Darwin. Su celebración puede ser una buena oportunidad para seguir levantando un muro de razón y conocimiento frente a las abatidas del pensamiento mágico.
Aunque, bien pensado, supongo que tal perspectiva resulta bastante ingenua. Como escribía Amos Oz: “el fanatismo es extremadamente pegajoso, más contagioso que cualquier virus. Se puede contraer fanatismo fácilmente, incluso al intentar vencerlo o combatirlo”.
2 comentarios:
Bueno, una vez más parece que la sin razón religiosa gana la partida. ¿Hasta cuándo? No sé cuál de los bandos me da más miedo: los apocalípticos renacidos de Bush y sus telepredicadores o los integristas islámicos y su telepredicador Ben Laden.
en cualquier caso, ya sabes a qué suena todo esto... ya mismo borran la teoría de la evolución hasta de los libros de historia (no te digo ya de los de Ciencias).
Estimada ladyhildegard:
Comparto tu preocupación. Cada vez parecen más numerosos los que se empeñan en apagar el espíritu de las Luces. Se resisten a aceptar lo que Beckett ya afirmó (refiriéndose a Dios): "el muy cabrón no existe".
Gracias por dejarte caer por aquí.
apocalíptico.
Publicar un comentario