Está claro. Los amigos de mis amigos no son mis amigos. En Prisa y Mediapro hace tiempo que lo saben. Por eso la guerra mediática iniciada por los derechos de emisión de los partidos de fútbol no ha hecho sino recrudecerse día tras día. En la última semana podría decirse, recurriendo al tópico bélico, que las dos empresas han entrado en una “espiral de violencia” que ha metido a la radio televisión pública en medio del fregado. El ex-independiente de la mañana lanzaba la ofensiva al publicar que RTVE había encargado a Mediapro la distribución de sus canales en América. La primera línea de la información dejaba poco lugar a dudas sobre el tono poco amistoso del artículo: “Mediapro se ha convertido en un proveedor privilegiado de RTVE”. Según la información de El País, RTVE había rescindido los contratos de sus comerciales sin dar explicaciones y sin “concurso alguno” y les había pedido que facilitaran sus contactos. A continuación El País pasaba a relatar la lista de contratos que RTVE había firmado con Mediapro desde que el exPrisa Luis Fernández, procedente de Mediapro, se convirtiera en director general del ente, entre los que destacaban los derechos de la Premier League de fútbol inglés y de la mitad de los equipos del Calcio italiano, o la producción de programas como España directo, y 59 segundos.
RTVE exigió una rectificación inmediata para hacer algunas puntualizaciones y acudió a la Asociación de la Prensa para pedir amparo (sic). Según el ente era completamente falso que TVE hubiese adquirido los derechos de la Premier League a Mediapro; no era cierto que el formato '59 segundos' fuera contratado en su día a Mediapro, sino a Globomedia; negaban que Mediapro se hubiese convertido en un proveedor privilegiado de RTVE, sino que se trataba simplemente de una relación industrial y profesional con un gran grupo audiovisual (aquí aprovechaban para recordarle a Prisa que uno de sus “programas emblemáticos”, 'Callejeros', estaba producido por Mediapro); y aclaraban que Luis Fernández no es director general de RTVE, sino presidente de la Corporación RTVE.
Sin embargo, la rectificación solicitada por RTVE no se publicó con la celeridad que hubieran deseado, lo que motivó que en las dos ediciones principales del Telediario del pasado jueves se afirmara que El País se había negado a publicarla, con el consiguiente enfado del periódico global en español. “TVE dedica casi cuatro minutos de sus telediarios a criticar a EL PAÍS”, rezaba el titular con el que el rotativo desmentía el desmentido de la Televisión Pública.
A estas alturas, la batalla estaba en todo su apogeo. Y El País no parecía dispuesto a ceder sus posiciones. Una información sobre la designación de Pedro Pablo Mansilla, ex director general de Prisiones, como encargado de la venta de las “joyas inmobiliarias” de RTVE, echaba más leña a este fuego. Según el diario madrileño: “ Mansilla fue nombrado personalmente por el presidente de RTVE, Luis Fernández, con quien afirma mantener amistad desde hace años”. El País mezcla información con valoración para afirmar: “Lo sorprendente para todos los consejeros consultados por este diario es que el presidente de RTVE haya nombrado a dedo para esta macrooperación inmobiliaria a un amigo suyo y promotor privado en lugar de acudir a las empresas que tiene el Estado para vender suelo (Segipsa) o al jefe de patrimonio de RTVE”, y añadía de manera totalmente desapasionada: “Fernández repartió un currículo de Mansilla que omitía su perfil inmobiliario. Tampoco informó que cesó como gestor público en 1994 después de que se airearan presuntas anomalías en su labor”.
En fin, si han llegado hasta aquí sin perderse, enhorabuena. Porque hace tiempo que hemos abandonado el terreno del periodismo para meternos en una simple, pura y llana competición por hacerse con el trozo más grande del pastel mediático. Y todo a escasos meses de unas elecciones generales. La guerra mediática entre Prisa y Mediapro, con el Gobierno como incómodo y parcial árbitro se cocina en los despachos y se proyecta sobre los contenidos de las dos empresas en sus diversos soportes sin que quede frente abierto. Es una guerra en la que los combatientes llevan el cuchillo entre los dientes en la que Buenafuente y el Gran Wyoming se lanzan mensajes nada cifrados con Noche Hache; Sé que lo hicisteis y Las mañanas de la Campoy se sacan los ojos mutuamente; Iñaki entra desde su púlpito en el juego mientras quienes compartieran equipo con él la Ser, ahora desde la barricada informativa de La Sexta, se dedican a afilar sus bayonetas contra las huestes del “maestro”; las redacciones de deportes de unos y otros entran a degüello la mayoría de las veces sin venir a cuento; El País y Público se hacen un férreo marcaje, unos por afianzar su hegemonía, los otros para arrebatarles parte de los más inconformistas de sus lectores; directivos (y académicos, claro) como Cebrián se permiten sacarle los colores en público a Zapatero a costa del uso de la ´Z’; expresidentes del Gobierno hablan del “fuego amigo”; y profesionales, colaboradores o simples opinadores pasan a engrosar las filas de un bando y otro en base a criterios que poco o nada tienen que ver con la objetividad, el rigor, la veracidad de las informaciones.
La pregunta que se hacía Juan Varela, sobre si las informaciones de El País, “algunas poco fundamentadas y otras a destiempo, son parte de su compromiso periodístico o responden más bien a las necesidades de su empresa”, creo que está contestada. Mal que nos pese a quienes, como un servidor, siempre habíamos considerado a medios como El País o la Ser, auténticos referentes de la comunicación en nuestro país.
Cómo nos vamos a extrañar luego de que el 44% de los ciudadanos piensen que los medios son corruptos.
RTVE exigió una rectificación inmediata para hacer algunas puntualizaciones y acudió a la Asociación de la Prensa para pedir amparo (sic). Según el ente era completamente falso que TVE hubiese adquirido los derechos de la Premier League a Mediapro; no era cierto que el formato '59 segundos' fuera contratado en su día a Mediapro, sino a Globomedia; negaban que Mediapro se hubiese convertido en un proveedor privilegiado de RTVE, sino que se trataba simplemente de una relación industrial y profesional con un gran grupo audiovisual (aquí aprovechaban para recordarle a Prisa que uno de sus “programas emblemáticos”, 'Callejeros', estaba producido por Mediapro); y aclaraban que Luis Fernández no es director general de RTVE, sino presidente de la Corporación RTVE.
Sin embargo, la rectificación solicitada por RTVE no se publicó con la celeridad que hubieran deseado, lo que motivó que en las dos ediciones principales del Telediario del pasado jueves se afirmara que El País se había negado a publicarla, con el consiguiente enfado del periódico global en español. “TVE dedica casi cuatro minutos de sus telediarios a criticar a EL PAÍS”, rezaba el titular con el que el rotativo desmentía el desmentido de la Televisión Pública.
A estas alturas, la batalla estaba en todo su apogeo. Y El País no parecía dispuesto a ceder sus posiciones. Una información sobre la designación de Pedro Pablo Mansilla, ex director general de Prisiones, como encargado de la venta de las “joyas inmobiliarias” de RTVE, echaba más leña a este fuego. Según el diario madrileño: “ Mansilla fue nombrado personalmente por el presidente de RTVE, Luis Fernández, con quien afirma mantener amistad desde hace años”. El País mezcla información con valoración para afirmar: “Lo sorprendente para todos los consejeros consultados por este diario es que el presidente de RTVE haya nombrado a dedo para esta macrooperación inmobiliaria a un amigo suyo y promotor privado en lugar de acudir a las empresas que tiene el Estado para vender suelo (Segipsa) o al jefe de patrimonio de RTVE”, y añadía de manera totalmente desapasionada: “Fernández repartió un currículo de Mansilla que omitía su perfil inmobiliario. Tampoco informó que cesó como gestor público en 1994 después de que se airearan presuntas anomalías en su labor”.
En fin, si han llegado hasta aquí sin perderse, enhorabuena. Porque hace tiempo que hemos abandonado el terreno del periodismo para meternos en una simple, pura y llana competición por hacerse con el trozo más grande del pastel mediático. Y todo a escasos meses de unas elecciones generales. La guerra mediática entre Prisa y Mediapro, con el Gobierno como incómodo y parcial árbitro se cocina en los despachos y se proyecta sobre los contenidos de las dos empresas en sus diversos soportes sin que quede frente abierto. Es una guerra en la que los combatientes llevan el cuchillo entre los dientes en la que Buenafuente y el Gran Wyoming se lanzan mensajes nada cifrados con Noche Hache; Sé que lo hicisteis y Las mañanas de la Campoy se sacan los ojos mutuamente; Iñaki entra desde su púlpito en el juego mientras quienes compartieran equipo con él la Ser, ahora desde la barricada informativa de La Sexta, se dedican a afilar sus bayonetas contra las huestes del “maestro”; las redacciones de deportes de unos y otros entran a degüello la mayoría de las veces sin venir a cuento; El País y Público se hacen un férreo marcaje, unos por afianzar su hegemonía, los otros para arrebatarles parte de los más inconformistas de sus lectores; directivos (y académicos, claro) como Cebrián se permiten sacarle los colores en público a Zapatero a costa del uso de la ´Z’; expresidentes del Gobierno hablan del “fuego amigo”; y profesionales, colaboradores o simples opinadores pasan a engrosar las filas de un bando y otro en base a criterios que poco o nada tienen que ver con la objetividad, el rigor, la veracidad de las informaciones.
La pregunta que se hacía Juan Varela, sobre si las informaciones de El País, “algunas poco fundamentadas y otras a destiempo, son parte de su compromiso periodístico o responden más bien a las necesidades de su empresa”, creo que está contestada. Mal que nos pese a quienes, como un servidor, siempre habíamos considerado a medios como El País o la Ser, auténticos referentes de la comunicación en nuestro país.
Cómo nos vamos a extrañar luego de que el 44% de los ciudadanos piensen que los medios son corruptos.
2 comentarios:
Hola, José María,
Te he descubierto rastreando la pista y quiero, en primer lugar, saludarte y agradecerte el enlace, y de paso desearte un feliz año, ya que estoy aquí precisamente hoy.
En segundo lugar, quiero felicitarte por este blog que aún no he tenido tiempo de leer con calma. Lo haré pronto. Pero este post sí que me ha gustado. Yo descubrí hace años que los medios de comunicación en España son vergonzosamente no ya sólo tendenciosos y manipuladores, sino también de ínfima calidad. Lo descubrí cuando me fui por una temporada al extranjero y empecé a sonrojarme cuando comparaba el telediario de TVE Internacional con los informativos de la BBC, por poner el ejemplo más claro. Pero hasta la televisión holandesa con menos recursos cuenta con más rigor informativo que los canales públicos españoles. Me da mucha rabia, sobre todo, el localismo de la mayoría de cadenas televisivas aquí. El tratamiento de las noticias internacionales es muy básico, nadie analiza con una mínima perspectiva lo que pasa fuera de España y se dedica mucho más tiempo a las fiestas del pueblo de turno y las tradiciones nacionales que a los conflictos importantes que suceden en este momento en el mundo. No sé cómo serán los canales de pago, porque no los veo, pero los públicos son patéticos.
El caso de los diarios es parecido. Empecé comprando El País por nostalgia y acabé renunciando por dignidad. Lo peor es que no hay alternativa, sólo quizá la prensa digital.
Bueno, dejo ya de refunfuñar, pero es que este asunto me indigna gravemente.
Salud y abrazos,
Blanca
Hola, Blanca:
Gracias por detenerte en mi blog. Como habrás podido comprobar, hace poco tiempo que lo creé aunque, al menos de momento -pues desconfiaba de mi constancia a este respecto-, procuro mantenerlo "vivo".
Yo me encontré con tu 'cuaderno' hace algún tiempo, y desde entonces procuro seguir los artículos que vas subiendo. Tus lecturas me parecen realmente estimulantes y son toda una invitación a disfrutar de la buena literatura. Enhorabuena.
Sobre lo que dices respecto a mi post sobre la "guerra de medios", sólo puedo coincidir. Estamos obligados a ser escépticos sobre todo lo que nos dicen, lo cual no deja de ser bastante desalentador. Es triste que los medios se preocupen de forma preferente a servir a intereses que nada tienen que ver con el periodismo en sentido estricto. Pero, al mismo tiempo, esta circunstancia nos obliga a buscar (o crear)otros espacios -que los hay- que realmente contribuyen a ampliar nuestra visión sobre lo que pasa (desde la política a la propia literatura).
En fin, espero que sigamos en contacto. Gracias de nuevo por tus palabras. Y feliz año.
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