domingo, 6 de enero de 2008

¿Qué os han echado los Reyes?

(Imagen: surlandia.com)
¿A que no saben con qué han abierto hoy todos los informativos de televisión? Sí, con una noticia. Pero, ¿con cuál? Ah, que desde cuándo los informativos de televisión dan noticias. Bueno, hagan un ejercicio de imaginación. ¡Eso es! Claro, con la imagen de niños ilusionados y felices por la llegada de los Reyes Magos a sus hogares. Ahora, ¿no tienen la impresión de que cada año son menos los chicos que muestran su entusiasmo ante tan especial visita? ¿Tendrá algo que ver Papá Noel? ¿Tendrán algo que ver los regalos del cumpleaños, del santo? ¿Tendrán algo que ver los regalos de fin de curso, de final de trimestre (una PSP si las notas han sido buenas, una bici –ah, se siente- si sólo te han quedado seis o siete)? ¿Tendrán algo que ver las recompensas porque hoy te has comido toda la cena? ¿Tendrá algo que ver que “porque un día es un día” aquí tienes la tabla de skate, las bambas de 100 euros, el último juego para la Wii? ¿Quién se va a creer ya que si no has sido bueno los Reyes te van a traer carbón? La cosa podría terminar en el juzgado. Además, los tres magos de Oriente son superpesados. Se empeñan en venir por la noche, mientras duermes, vamos, están dispuestos a no dejarte dormir.

Dice Gilles Lipovetsky en su último libro, La felicidad paradójica (Trad. de Antonio-Prometeo Moya, Anagrama, Barcelona, 2007):
“Con este orden económico en que el consumidor se alza como señor de los relojes se corresponde una profunda revolución de los comportamientos y del imaginario consumista. Nace un Homo consumericus de tercer tipo, una especie de turboconsumidor desatado, móvil y flexible, liberado en buena medida de las antiguas culturas de clase, con gustos y adquisiciones imprevisibles. Del consumidor sometido a las coerciones sociales del standing se ha pasado al hipercomsumidor al acecho de experiencias emocionales y de mayor bienestar (miex-être), de calidad de vida y de salud, de marcas y de autenticidad, de inmediatez y de comunicación. El consumo privatizado ha tomado el relevo del consumo honorífico en un sistema en el que el comprador está cada vez más informado y es cada vez más infiel, reflexivo y “estético”. Poco a poco se van desvaneciendo los antiguos límites del tiempo y el espacio que encuadraban el universo del consumo: y ahora nos vemos en un continuo consumista cósmico, desincronizado e hiperindividualista en el que ninguna edad escapa ya a las estrategias mercadoténicas de segmentación, pero donde cada cual puede emplear su tiempo a la carta, remodelar su apariencia, elaborar su estilo de vida. Es la hora del consumo-mundo en el que se han eliminado los antagonismos culturales y en el que el espíritu consumista tiende a reorganizar el conjunto de las conductas, incluidas las que no dependen del intercambio comercial. Poco a poco el espíritu de consumo ha conseguido infiltrarse hasta las relaciones con la familia y la religión, con la política y el sindicalismo, con la cultura y el tiempo disponible. Es como si, desde este momento, el consumo funcionara como un imperio sin tiempos muertos y de contornos infinitos”.

A mí, paradojas de la vida, los Reyes me han traído Las arquitecturas del deseo, la última obra de José Antonio Marina. Lo abro al azar y leo el siguiente pasaje:
“No vivimos en la orgía, sino en el catálogo publicitario de la orgía, es decir, en la apetencia programada. La publicidad ya no da a conocer los atractivos de un producto. Su función es producir sujetos deseantes”.

Como decía la Bruja Avería (no te rías, no te rías): “¡Viva el Mal, viva el Capital!”

1 comentario:

lau - dijo...

seguir la lìnea hasta el final es su objetivo -

[ vertiginosamisantropia.blogspot.com ]



lau-

 
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