Estimados editores de informativos: les propongo un juego por si quieren hacer más ameno su telediario ahora que en verano siempre escasean los contenidos sugerentes. "En una de las dos imágenes se puede apreciar una concentración de refugiados de la región sudanesa de Darfur; en la otra, el fin de fiesta del último gran certamen de belleza planetario. Adivine qué imagen se corresponde con cada enunciado." Si quieren añadan al enigma un concurso de mensajes vía sms y así se podrán sacar unas pelillas extra que nunca viene mal.
Los informativos de televisión se han convertido en un verdadero carrusel en el que lo dramático se mezcla con lo trivial creando un combinado sencillamente grotesco, por no decir patético.
A esto no se le puede reprochar nada desde un punto de vista formal. Tan “internacional” es la persecución de un antiguo nazi como el embarazo de Britney Spears. Ahora bien, desde una perspectiva ética los editores de estos programas manifiestan con frecuencia una absoluta falta de consideración hacia los protagonistas de sus noticias y, por ende, hacia el público en general.
A esto no se le puede reprochar nada desde un punto de vista formal. Tan “internacional” es la persecución de un antiguo nazi como el embarazo de Britney Spears. Ahora bien, desde una perspectiva ética los editores de estos programas manifiestan con frecuencia una absoluta falta de consideración hacia los protagonistas de sus noticias y, por ende, hacia el público en general.
Hoy mismo, en el informativo de la tarde de Canal Sur y separado por una simple cortinilla, se daba cuenta de la investigación abierta por la Corte Penal Internacional al presidente de Sudán, al que acusan de genocidio –se estima en 300.000 las personas muertas en cinco años de conflicto-, y, a renglón seguido, de la dura pugna entre Miss Colombia y Miss Venezuela por llevarse el cetro de la belleza mundial.
De forma gráfica, el espectador podía asistir a la transición de un plano en el que una anciana se arrastraba con una muleta hecha por dos ramas secas sobre una superficie pedregosa en la que aparecían agolpados un grupo mayor de desplazados, a otro en el que una estupenda y neumática señorita que dudo mucho que pueda situar Sudán en un mapa o deletrear la palabra Darfur se ponía una corona de brillantes sobre su espectacular peinado. Paradojas de la vida, esta última lloraba. La anciana de la muleta no.
La pregunta se cae de obvia. ¿Tanto cuesta mostrar un poco de sensibilidad hacia el dolor de los demás o es que lo único que realmente prevalece es el valor del telesegundo, el ‘share’, la espectacularización del mundo? De sobra sabemos que la realidad está plagada de miserias y de gozos y que unas y otros “interesan” por igual a una audiencia con frecuencia acrítica respecto a la hiperinflación informativa que padecemos. Pero, tampoco parece demasiado exigirle a quienes seleccionan este flujo mostrar al menos un poco de empatía con quienes no han tenido la suerte de poder contemplar desde el otro lado de una pantalla cómo se espantan las moscas los desheredados de la Tierra.
Un poco de criterio, sólo un poco, o para que me entiendan mejor, un poco de vergüenza.
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