Nada escapa a las redes de la publicidad: los medios de comunicación que se convierten en altavoces de los partidos a los que sirven y de los que se sirven; los partidos políticos, que han convertido su razón de ser en una permanente lucha por atraerse a sus electores/consumidores; los consumidores que se dejan seducir por los cantos de sirena, de los medios y de los partidos y que, en última instancia, terminan convertidos en soportes cuando no directamente, mediante un juego de ocultamiento y desvelamiento, en anuncios de sí mismos.
Pero, ¿qué esconde el alma del publicista, ese vendedor de estados de conciencia, ese mercader del falso templo de la felicidad, ese blanqueador de sepulcros capaz de vender su alma al diablo con tal de ganar la pasta que terminará gastando en esos productos que él mejor que nadie sabe que no guardan nada más que la fría materialidad de las cosas que han sido desprovistas de los trajes metafísicos que él y los de su ralea les han puesto?
¿O es acaso el creativo una víctima más de un sistema opresivo que le paga por engañar a su hermano diciéndole que limpia lo que no limpia y no se rompe lo que vaya si se rompe? O mejor, ¿no será tal vez un poeta del capitalismo, obligado a penetrar por las fisuras por donde resuella el poder para dar rienda suelta a su imaginación y a su ingenio, ridiendo tributo no al que le paga sino a la inteligencia en definitiva, por no decir que al mismo Arte?
La publicidad puede que tenga algo de todo esto. El publicista lo sabe. Sabe que él encarna al literato y al vendedor, al director de Arte y al técnico capaz de dominar una jerga incomprensible. Pero, por encima de todo, el creativo de publicidad es un mandao que, si encima tiene que desarrollar su trabajo en medios locales (y sé lo que me digo), sabe lo que es enfrentarse diariamente al Abismo, o lo que es lo mismo a conversaciones como ésta: "el spot no me ha gustao", "pero si es superoriginal", "ya, pero no me sacáis los cuatro móviles de la empresa ni la foto del despacho en la que se me ve al lao del delegao en la inauguración de la nave y además la música esa que le habéis puesto es la primera vez que la escucho, ponerme el chiki-chiki ese, hombre", "entonces..., no le ha convencido", "si me habían dicho que vosotros érais muy lentos"...
Aunque, la verdad, podía perfectamente haberme ahorrado todo lo anterior. Uno, que se pone intenso. Quienes realmente le han sacado la médula a la publicidad son los de 'Muchacha Nui' en un hilarante doblaje que recordamos a continuación:
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