Amnistía Internacional ha vuelto a sacarle los colores a las principales potencias mundiales con motivo de la publicación del Informe 2008: El estado de los derechos humanos en el mundo, que coincide en el tiempo con la celebración del 60º aniversario de la firma por la ONU de la Declaración de los Derechos Humanos.
Rusia debe “mostrar mayor tolerancia hacia la disidencia política, y tolerancia cero hacia la impunidad por los abusos contra los derechos humanos en Chechenia”.
China “tiene que cumplir las promesas en materia de derechos humanos que formuló en torno a los Juegos Olímpicos y permitir la libertad de expresión y de prensa, y acabar con la práctica de la “reeducación por el trabajo”.
Y por supuesto la Unión Europea tampoco se escapa de las críticas de esta organización, al negarse a “investigar la complicidad de sus Estados miembros en las “entregas extraordinarias” de personas sospechosas de terrorismo”, sin aplicar sus propios miembros “los mismos baremos en materia de derechos humanos que fija para terceros países”.
Así las cosas, la Organización ha exigido a los gobiernos del mundo empezar pidiendo disculpas por seis décadas de fracaso en derechos humanos (pueden tardar lo mismo en hacerlo que la Iglesia en mostrar su pesar por los crímenes de la Inquisición). El segundo mensaje que envían a los mandatarios mundiales, como ha señalado su secretaria general, Irene Khan, es percatarse de que “los problemas que afectan a los derechos humanos no son tragedias aisladas, sino que actúan como virus que pueden infectar y propagarse con gran rapidez y ponernos a todos en peligro”.
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