En España no se lee tanto como sería recomendable, pero se edita mucho y también bien. Deben de andar más o menos por 60.000 los títulos que se publican anualmente pero, a pesar de este dato abrumador, siempre supone una noticia agradable el nacimiento de una nueva editorial, especialmente cuando, como en el caso al que me voy a referir, al buen gusto –apreciable en cada detalle, desde el papel, pasando por las ilustraciones de cubierta hasta el colofón-, al cariño por el trabajo bien hecho y a la ilusión que se presupone a todo aquel que se embarca en un proyecto de este tipo, se le une una concepción inteligente de la labor editora centrada en dar a conocer libros de esos apodados “raros”, alejados de los que suelen copar las mesas de las grandes cadenas de librerías e hipermercados. Estoy hablando de Errata Naturae Editores, un nuevo sello que acaba de echar a andar y que “pretende –como puede leerse en su página web- distanciarse de las imposiciones más ensordecedoras de la ineludible industria cultural.” Valentía, desde luego, no les falta.
Porque ese carácter de sello independiente, pequeño, no oculta la ambición, en el mejor sentido, ni la inteligencia desplegada por los responsables del sello, que se proyecta desde la propia elección del nombre. Debo a la amabilidad de Irene Antón, directora editorial, la siguiente justificación: “La editorial se llama Errata naturae, aludiendo así tanto a la “errata” (el error del editor) como al “monstruo” (el error de la naturaleza: el ser azaroso y trágico que con su mera existencia trastoca y pone en cuestión las leyes de la Naturaleza y de la Razón). Así, nuestra editorial se funda en un interés por libros híbridos, desdoblados y excepcionales que se esfuerzan por abrir y oponer posibilidades casi inimaginables dentro de una sociedad que pretende homogeneizar y normalizar cualquier tentativa de vida.”
Libros que se estructuran a través de cinco colecciones (Los Agripianos, Los Cinocéfalos, Los Polioftálmicos, La muchacha de dos cabezas y La oveja vegetal), las cuatro primeras dedicadas al ámbito del ensayo (filosofía, pensamiento crítico, cine, teoría del arte, ciencia, estudios políticos, sociología, urbanismo…) y una quinta centrada en la literatura. Lo singular de esta clasificación es que, además de obedecer a una lógica temática, cada colección tiene su historia propia, que “va ligada al relato de un personaje monstruoso y que recoge los valores legendarios que a estos seres se les atribuía en épocas como la Edad Media y el Renacimiento”. Aunque, con muy buen criterio, la iconografía clásica alusiva de estos seres ha sido reinterpretada y actualizada a los nuevos tiempos por un ilustrador.
De momento, han salido a la calle tres títulos. El libro de relatos ‘Pasar el invierno’, de Olivier Adam, autor aún inédito en España, pero que obtuvo el Premio Goncourt de Relato por esta obra; un ensayo del filósofo Jean-Luc Nancy (con sendos estudios introductorias a cargo de Alberto Elena y Víctor Erice), titulado ‘La evidencia del filme’, centrado en el cineasta Abbas Kiarostami; y el de más reciente aparición, otro ensayo, en este caso de Sadie Plant sobre la Internacional Situacionista en el contexto de Mayo del 68. Su nombre: ‘El gesto más radical’.
La apuesta está clara. Menos Zafón y más Onfray. Editar bien buenos textos. El riesgo, sinceramente, me parece total. Un desafío. Pero, como ha ocurrido con Acantilado –camino ya de su primera década de existencia-, deseo que salgan triunfantes. De momento, lo mejor que podemos hacer es zambullirnos en sus primeras invitaciones.
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